Jueves 19 de Mayo de 2011 a las 9:27

Adiós a un gran hombre y tremendo cañetino

Para quienes compartimos la vida, familia y sabiduría de SERGIO FICA PÉREZ, este 15 de mayo marcará un antes y después de nuestra existencia. Su tranquila partida de este mundo, quizás sea el merecido descanso que ya necesitaba su agotado cuerpo, aún cuando de su mente seguían aflorando sueños y su tremenda bondad.

Algo más de 83 años duró su vida, fue el tercer hijo, de un total de 8 que tuvo el matrimonio de Bernardino e Isabel, le sobrevive su esposa y sus 4 hijos (Alejandro, Pilar, Cecilia y Tomás). De una infancia pobre y difícil, de una corta adolescencia y prematura madurez, destacó y brilló como líder en el ámbito deportivo y político sindical.

Cañete y Pilpilco fueron escenario de sus aventuras, en lo deportivo fue jugador, entrenador, fundador y presidente de un club deportivo en Pilpilco, disputó la final nacional de futbol para asistir a unas olimpiadas (perdieron con Naval); fue época cuando buscando jugadores de fútbol encontró y formó a un boxeador que llegó a ser campeón latinoamericano (“Pilpilco” Ceballos).

En lo político se hizo militante Demócrata Cristiano por solicitud de Eduardo Frei Montalva a quien quiso conocer después de escuchar un discurso de él en la década de los 50, años desde cuando mantuvo un intenso intercambio epistolar. El seguirlo le costó su buen pasar y trabajo en Pilpilco, incursionó entonces en el mundo agrícola. Fue encargado a nivel provincial de las campañas de Frei, que se vio coronada por la elección de este como presidente de Chile el año 1964.

Con Frei presidente, se integra a CORA (Corporación de la Reforma Agraria) gran impulsora en la provincia de Arauco de profundos cambios en la agricultura y el mundo rural, haciéndolo más justo y equitativo, aún cuando los mandos medios llegados de fuera no la llevaran a cabo con el verdadero espíritu con la que fue creada.

En lo político intentó 3 veces ser regidor por Cañete, sin lograrlo, donde si bien tuvo buenas votaciones, le tocaba acompañar en las listas a grandes políticos de la época (como Juan Bautista Vergara y José de la Cruz Miranda); aún así ocupó importantes cargos dirigenciales en la DC y sindicatos que integró.

En dictadura “por decreto” fue nombrado dirigente campesino que le duró hasta que le “levantó la voz” al ministro de agricultura y apoyó a parceleros Cora a quienes se les quitaba la tierra para “devolvérselas” a los antiguos dueños sin costo alguno para ellos; todo esto le costó además ser degradado en su trabajo que mantenía en CORA. Fue la época en que se le empezó a conocer como “PUEBLO”, palabra que usaba para saludar a todo el mundo, en reemplazo de las “incómodas” palabras “compañero” o “camarada” que usaba entonces para saludar a a sus amigos y/o adversarios políticos.

Más tarde, también en dictadura, tal como lo reconoció el dirigente del PC en el funeral de Sergio Fica, fue el primero y de los pocos de su línea que participó activamente en la lucha por la vuelta a la democracia, con reuniones clandestinas a pesar del constante seguimiento y “avisitos” que le llegaban.

Lamentablemente la vuelta de la democracia llegó con personajes ambiciosos, oportunistas, acomodados y serviles a bajos intereses, que no solo se tomaron la Concertación, sino que traicionaron el espíritu con que se luchó para volver a la democracia, personajes que hasta ahora nada destacable han hecho por la comunidad.

SU BONDAD

Desde comienzo de la década del 60 se asentó en Huillincó, compró un campo donde soñó verlo poblado, tal como lo está hoy, partió solicitando una escuela para niños del sector, principalmente para los que bajaban de la cordillera, ante las constantes negativas gubernamentales, con sus propias manos el mismo construyó una escuelita (1968), pidió entonces un profesor y con ello cumplió otro de sus sueños, ahí estudiaron sus hijos los primeros años, de mano de las profesoras Célica Muller y María Antinao.

Posteriormente el estado decide la construcción de una Escuela definitiva (1972), para lo cual dona un amplio terreno con una priviligiada ubicación en el sector, el mismo que hoy alberga la Sede de la Junta de Vecinos, del Comité de Agua Rural, una moderna multicancha y por supuesto, la Escuela; la misma que además en dictadura tuvo que defenderla “tomándosela”, cuando la quisieron utilizar con otro propósito, siendo la primera “toma” en esta difícil época.

Fue su deseo que Cañete contara con un asilo de anciano, donó una hectárea de terreno, también con buena ubicación, se construyó un edificio para ello, pero nunca se explotó como tal, quizás uno de los pocos sueños frustrados, pero no por su responsabilidad.

Aún cuando no se confesaba creyente, si era admirador de muchos católicos, como el Padre Hurtado que conoció cuando niño en Antiquina, donó otro terreno y gran parte de la construcción de una capilla católica, al costado de su casa, donde solo pidió que se homenajeara a la Virgen de Pompeya. En lo deportivo, siempre ha mantenido un espacio para practicar el fútbol que los aprovecha un club local.

Al ver que su Huillincó se poblaba y debía modernizarse, organizó la primera red de agua potable (fines de los ’70) y más tarde donó terrenos y permitió la utilización del agua que pasaba por su propiedad para el agua potable definitiva, la misma que hoy alimenta a más de 300 casas y de gran ayuda para todo Cañete durante la escasez post terremoto.

RECONOCIMIENTO

Recorrer ahora la vida de Sergio Fica Pérez, es darse cuenta de un hombre visionario y que su tremenda bondad no tenía límite cuando de ayudar a progresar al resto se trataba. Hoy cuesta creer que algunos personajes dando menos, NADA o la décima parte de lo que él dio, reciban medallas, pergaminos, reconocimientos o aparecen en algún extraño diccionario biográfico del pueblo.

La explicación es clara, conociéndolo, Sergio Fica nunca buscó el reconocimiento, lo hacía porque le nacía de forma natural, nunca hizo algo con un interés secundario y mezquino, cada cosa que hizo, lo veía como su deber, como su misión en esta vida… el ser noble y bondadoso era algo natural para él.

Escrito por: Alejandro Fica