Martes 9 de Agosto de 2011 a las 22:21

El dolor de la administradora del Hogar “Digno Atardecer”

Para muchos cañetinos la vida tras la tragedia del Hogar de Ancianos Digno Atardecer, de seguro será otra.  Familiares, vecinos de la población García Hurtado de Mendoza, y funcionarios del hogar por mucho tiempo tendrán grabada la imagen del dantesco incendio que le quitó al vida a nueve abuelitos, y dejó damnificados a otros diez.

 

Para Yéssica Fernández, administradora del asilo, la tragedia de la noche del domingo es uno de los episodios más dolorosos de su vida.  “Cuesta entender lo que pasó porque en este hogar lo que más había era amor a nuestros adultos mayores (…) con este incendio se van muchos recuerdos, y lo peor se fueron personas muy queridas”, contó esta joven cañetina que se desempeñaba en el cargo desde mediados del año 2007.

 

La convivencia diaria creó lazos entre los trabajaban en la casa de acogida y los abuelitos.  “Ellos eran nuestra segunda familia (…) mis cercanos saben que cada vez que nos juntábamos yo lo único que hacía era hablar de mis viejitos.  Hoy, nueve ya no están con nosotros, y los otros, tendrán que ser reubicados en otros hogares, y eso también es una segunda pérdida”, relató con pena la (ex) jefa del hogar.

 

Hablar de los que partieron trae consigo muchos recuerdos a la mente de Yéssica, de hecho, a cada uno lo recuerda con el cariño que hace el vivir diario.  “Margarita Bizama era nuestra poetisa y cantante, Vitermino Segura era muy picarón, Emilia San Martín tenía la talla aflor de labios, Víctor Vera muy regalón, Martín Llaupe corría y hacía ejercicios, Flaviano Bizama era muy callado, pero una vez en confianza no había como callarlo, Armanda Pastor no podía hablar, pero se expresaba con gestos, Inés Rivera le gustaba hacer todo solita, y Ana Palacios de primera era muy mañosa, sin embargo, con el correr del tiempo supo ganarse nuestro corazón”, detalló.

 

Al igual que ella, hoy, hay muchas personas que quedarán marcadas con la tragedia del hogar Digno Atardecer, especialmente, aquellos que por cosas de la vida, como el trabajo, vieron ligadas sus vidas a estos infortunados ancianos.