Cientos de personas repletaron la Parroquia  Católica Nuestra Señora del Carmen, ubicada en el centro de la ciudad histórica, para dar el último adiós a estos cañetinos.  La escena más fuerte y conmovedora -de seguro- fue  ver a Edgardo Acuña, uno de los tres sobrevivientes, a un costado del ataúd de su hermano.  Visiblemente afectado, en silla de ruedas y dejando en evidencia la rudeza del impacto, estuvo presente despidiendo a su hermano y primos fallecidos.

Tras la misa, acompañada por unas dos mil personas, se procedió a trasladar los cuerpos de las víctimas hasta el Cementerio Municipal.  Los hermanos Covili fueron llevados en un camión, el que de seguro muchas veces manejó Alejandro.  También acompañaron el funeral cerca de 50 taxis colectivos en los mismos que en más de alguna oportunidad trabajó este mismo muchacho, conocido entre sus amigos como el “Kani”.  Compañeros de trabajo de uno de los servicentros de la ciudad quisieron acompañar a Luis Acuña, y cientos de amigos llegaron para despedir al menor de los Covili, Carlos.

David San Martín, amigo de los fallecidos y dirigente de los colectiveros tuvo palabras para referirse a Alejandro Covili ” lo conocí muy de cerca y compartí varias veces con él, donde quiera que esté siempre lo vamos a recordar”.

Jorge Covili, perdió a sus únicos hermanos, él estaba tranquilo al final de funeral.  “Un momento fuerte, un momento de dolor, pero a la vez paz. Estoy conforme, estoy tranquilo, fue una ceremonia muy linda, concurrió mucha gente. Estoy agradecido de toda mi familia que vino de diferentes puntos del país y ahora tengo que apoyar a mi mamá” , indicó.